lunes, 29 de junio de 2015

Intuitu pecuniae






Observé tu sonrisa de chinchetas
cuando eran las ocho de la tarde.
Al sur, la leña seca que bien arde:
 no hay cruz entre esas firmes siluetas.

Y, si bien yo sé que tú interpretas,
no me quitas las ganas ni el alarde;
no existe bien ni cosa que guarde
cuando quieres de Harrods tus galletas.

Bien iguala Lope al de sangría
el sabor de tu híbrido amorío,
mas no soy yo el que de ti se fía.

Pues, aunque de tu verbo desconfío,
aún recuerda el velo, noche y día,
tus temblores, tu sal y tu quejío.





Iván Arrillaga Valero