Si no fuera el Señor quien construye la casa,
inútilmente se afanan los canteros;
si no fuera el Señor quien custodia la ciudad,
inútilmente vigilan los guardianes.
Vano es para vosotros,
los que madrugáis a levantaros,
los que tardáis en retiraros,
los que coméis un pan de afanes:
él lo da a sus amados mientras duermen.
En verdad son los hijos
heredad del Señor,
y los frutos del vientre
son una recompensa.
Como flechas en mano de guerrero,
así los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llevare
llena de ellos su aljaba.
No tendrán que avergonzarse cuando hablen
con los enemigos a la puerta.
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